La batalla de los centauros de Miguel Ángel es, probablemente, su primera gran obra. El artista renacentista esculpió este relieve escultórico en mármol con unos 17 años, hacia 1492.
Esta pieza de 84 x 90 centímetros se conserva en la Casa Buonarroti de Florencia.
Una obra de Michelangelo en la corte de Lorenzo el Magnífico
El tema de la obra de arte: la batalla de centauros y lapitas
El Renacimiento de Miguel Ángel y el arte de la Antigüedad
La anatomía del Crucificado de Miguel Ángel
La composición de la Batalla de los Centauros de Michelangelo
La técnica escultórica en la Batalla de los Centauros de Miguel Ángel
Visitar La batalla de los Centauros en la Casa Buonarroti de Florencia
Una obra de Michelangelo en la corte de Lorenzo el Magnífico
El joven Michelangelo había dejado el taller de Ghirlandaio en 1488. Pasó en ese año al jardín de San Marco, una especie de Academia neoplatónica auspiciada por Lorenzo el Magnífico.
Este espacio idílico para intelectuales y futuros artistas estaba rodeado de estatuas clásicas de la colección de los Medici. Los escultores aprendían del viejo Bertoldo di Giovanni, que había sido discípulo de Donatello, el gran escultor del Quattrocento italiano.
Michelangelo Buonarroti permaneció en la Academia de la corte de Lorenzo el Magnífico hasta 1492. Entre otras obras el genio florentino esculpió una Cabeza de fauno, hoy perdida. Y el relieve de la Madonna della Scala, datable hacia 1491.
La pieza más importante de esta época es La batalla de los centauros.
El tema de la obra de arte: la batalla de centauros y lapitas
Según cuentan el biógrafo Condivi, el poeta y humanista Angelo Poliziano propuso a Miguel Ángel la representación de una de las fábulas de Ovidio. El reto estaba en materializar en el bloque de mármol la historia del rapto de Hipodamía y la consiguiente batalla de los centauros contra los lapitas. En este ambiente del Humanismo de la corte de los Medici era normal recurrir a historias de la literatura clásica.
La leyenda recogida por Ovidio contaba que en las montañas de Grecia vivían los lapitas en convivencia con sus vecinos centauros, que eran mitad hombres, mitad caballos. El rey de los lapitas invitó a los centauros a la boda de su hija Hipodamía. Los efectos del alcohol del vino de la celebración sobre los centauros les hicieron perder muy pronto la compostura. Hasta el punto de que quisieron raptar a la novia. Los lapitas, viendo esta tremenda situación, respondieron peleando. Al final, la victoria fue para el pueblo lapita.
Para los griegos y los romanos esta leyenda tenía un carácter fundacional. Identificaban a los centauros con la prehistoria de los hombres, todavía ligados a su lado animal. En contraposición, los lapitas eran la civilización que domina los instintos y que es superior al mundo natural gracias a la razón.
Por descontado, para los humanistas de Florencia la alegoría del progreso era perfecta para expresar el orgullo de una ciudad que consideraban heredera de los valores de la Roma Republicana. La capital toscana se veía como la líder del renacimiento de una civilización ligada al mundo clásico de Grecia y Roma. Por eso las obras del Quattrocento florentino están plagadas de luchas de hombres contra centauros. Especialmente en las obras de arte realizadas en el entorno de los Medici.
El joven Michelangelo Buonarroti también representó esta batalla mitológica.
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El Renacimiento de Miguel Ángel y el arte de la Antigüedad
Sin embargo, La Batalla de los centauros de Miguel Ángel no responde a la literalidad del relato de las Metamorfosis de Ovidio. Debido a eso, tampoco funciona como alegoría de forma tan clara como otras obras coetáneas. De hecho, Vasari, biógrafo de Michelangelo confundieron el tema con una batalla de Hércules.
El resultado de la centauromaquia, no obstante, concuerda con los sarcófagos clásicos del helenismo, con su amasijo de figuras. Puede que exista una influencia de los relieves de los sarcófagos romanos, a los relieves de los púlpitos de Giovanni Pisano en el Duomo de Pisa. También se habla de un relieve de bronce de Bertoldo di Giovanni del Jardín de San Marco, que se encuentra en el Museo del Bargello.
Sin embargo, La batalla de los centauros de Miguel Ángel supera a todos y es único.
La composición de la Batalla de los Centauros de Michelangelo
Hasta ese momento, los escultores del Quattrocento italiano como Donatello o Ghiberti colocaban las figuras en planos paralelos separados hacia el fondo. Michelangelo, en cambio, dispone los cuerpos en múltiples planos donde los cuerpos se entrelazan con sus miembros.
Toda la escena funciona dentro de un recuadro, el del bloque de mármol. Sólo existe un orden, el de aprovechar la anchura de la piedra para suavizar la escena hasta el fondo. Así, los cuerpos con mayor volumen están en la parte baja, mientras que en la parte final de la batalla se adivinan las cabezas y brazos, en forma de bajorrelieve muy suave.
Es casi un dibujo trasladado a la escultura donde es difícil encontrar líneas de composición. A pesar de eso, el relieve funciona perfectamente ante los ojos del espectador, incluso con el movimiento interno de las figuras.
La composición de la Batalla de los Centauros de Michelangelo
Otro de los hallazgos de La batalla de los centauros de Miguel Ángel está en el tratamiento de la anatomía de los cuerpos. De hecho, el tema es una excusa para crear una escena de cuerpos desnudos en movimiento y en varias posiciones. A pesar de que los centauros están presentes, apenas son visibles, ya que alterarían con sus extrañas formas el equilibrio de la anatomía del arte de Michelangelo.
Miguel Ángel logra construir cada cuerpo con coherencia, con movilidad, sin rigidez. Se parecía especialmente en las figuras con más volumen, las más completas. Son cuerpos individualizados, bien resueltos según la estructura ósea y muscular, que atienden a su estática y movimiento.
Además, mientras que en las escenas de batallas de los sarcófagos de la Antigüedad las figuras se jerarquizaban e individualizaban, aquí funciona el conjunto de cuerpos tan bien como el cuerpo en singular. También logra enlazar las partes de la anatomía allí donde fallaban los escultores clásicos de sarcófagos: en las uniones de los miembros. Así, los codos, hombros, rodillas y muñecas enlazan las partes del cuerpo, pero también cada figura con otra en la batalla artística.
El vocabulario de posiciones y anatomía en movimiento tendrá su posterior desarrollo en obras posteriores. Primero en la pintura de La batalla de Cascina y más tarde en los dos espacios del fresco de la Capilla Sixtina.
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La técnica escultórica en la Batalla de los Centauros de Miguel Ángel
La batalla de los centauros de Miguel Ángel también es un hito en lo referente al lenguaje y la técnica de la escultura de la Historia del Arte. El representante del arte del Renacimiento italiano consigue aprovechar al máximo los recursos de las herramientas de la escultura. Las figuras más cercanas a ser esculturas de bulto redondo emergen perfectamente sobre las del fondo, creando un espacio real. Esto se consigue gracias al hábil uso de los trépanos.
La capacidad de ver la tridimensionalidad de la escultura, aún siendo un relieve, es algo que se inicia en la carrera de Miguel Ángel con La batalla de los centauros. Además, emplea la gradina en la piel del mármol, con una seguridad inédita, ya que otros artistas hubieran escogido la escofina para rematar con mayor seguridad la pieza. Michelangelo sabe que cada golpeo podría romper algún miembro de la escultura, pero también se ve muy capaz de no caer en errores.
El resultado del efecto de la gradina, sin pulir, provoca una vibración de la superficie del mármol con un efecto casi pictórico. Como el de las tramas de dibujo en el papel.
Con todo, la obra de La batalla de los centauros de Miguel Ángel quedó inacabada. Se observa en detalles como algunas de las piedras que van a lanzar los combatientes, que están sin definir.
También se aprecia que la pieza del relieve no está acabada en el extraño marco que queda en la parte superior. Es probable que se eliminase en la versión completada.
Por el peso de la pieza es difícil pensar en el destino final del relieve renacentista. Quizá la explicación más adecuada esté en que se trataba de una obra de formación con la que contentar al humanista Poliziano, que había propuesto el tema.
Visitar La batalla de los Centauros en la Casa Buonarroti de Florencia
La Casa Buonarroti de Florencia se alberga en un palacio florentino que fue vivienda de Michelangelo. Este edificio fue propiedad de la familia Buonarroti hasta que el último descendiente de esta dinastía lo cedió como museo a la ciudad florentina en 1859, juntamente con las colecciones.
Entre las obras de Miguel Ángel que se conservan en la Casa Buonarroti destacan los relieves de La Virgen de la escalera y La batalla de los centauros. Pero también varios dibujos y modelos escultóricos del maestro.
El Museo Buonarroti se encuentra en la Via Ghibellina número 70 de Florencia.
Los horarios del museo son de 10:00 a 16:30 y abre todos los días de la semana, excepto los martes. También cierra el 1 de enero, el domingo de Pascua, el 15 de agosto y el 25 de diciembre.
Las entradas al Museo Buonarroti son 8 euros, con una tarifa reducida de 5 euros.