La Batalla de Anghiari de Leonardo da Vinci tenía que convertir al interior del Palazzo Vecchio uno de los grandes monumentos artísticos del centro cívico de Florencia. La decoración del gran Salone dei Cinquecento del Palazzo de la Signoria de Florencia incluía las grandes batallas ganadas por el ejército florentino y los ciudadanos e ilustres visitantes las verían plasmadas en los frescos de grandes artistas.
Las batallas pictóricas de Leonardo y Miguel Ángel en Florencia
La Signoria de Florencia contrató en 1503 a Leonardo da Vinci, el artista toscano formado en la capital del Arno, para que reflejase la Batalla de Anghiari en una de las paredes. En la otra, encargaron en 1504 a Michelangelo Buonarroti la realización de La Batalla de Cascina. Sin embargo, hoy no existen ninguna de estas obras que constituirían uno de los grandes hitos del arte del Renacimiento, sino de la Historia del Arte.
De la Batalla de Cascina sabemos que Miguel Ángel sólo completó el cartón preparativo, que se admiró desde el momento de su presentación por sus contemporáneos. Había presentado un ejército de hombres desnudos, un completo catálogo de anatomías para los artistas sucesivos, resolviendo de manera magistral una escena bélica. Después de crear esta pieza preparatoria, Michelangelo se marchó a Roma y nunca retomó la pintura al fresco en el Palazzo della Signoria.
Miguel Ángel y Leonardo da Vinci: la batalla del arte del Renacimiento
Todas las obras de Miguel Angel en Florencia
Sobre La Batalla de Anghiari de Leonardo había noticias contradictorias. Se sabía que había presentado su cartón, mucho antes que el de Michelangelo Buonarroti. También se conocen las partidas de materiales necesarios para ejecutar un fresco. Hay una serie de contratos que la Signoria firma con Leonardo para que no se complique la realización de la obra. Unos años antes su famosa Última Cena de Milán se había extendido en el tiempo por las excentricidades técnicas del artista.
La batalla de Anghiari después de Leonardo
En 1505 Leonardo se marchó a Milán, donde le había llamado para realizar obras más lucrativas. Dejó al gobierno de Florencia sin presentar un trabajo finalizado. También en este año el nuevo papa Julio II exigió la presencia de Michelangelo en Roma. El pontífice quería que el mejor escultor del momento estuviese al servicio del Vaticano. Aquí sabemos con seguridad que la Batalla de Cascina nunca llegó a pintarse al fresco sobre la pared.
La Signoria continuó décadas después con la idea de decorar el Salón de los Quinientos con las escenas de las victorias bélicas de los florentinos. En el espacio donde debería estar la Batalla de Anghiari pintó el artista e historiador Giorgio Vasari La batalla de Scannagallo en el año 1565.
El mito de la pintura de Leonardo da Vinci en Florencia
En los años 70 del siglo XX se activó la cuestión de si la Batalla de Anghiari de Leonardo da Vinci se encontraba bajo la pintura de Vasari. Maurizio Seracini y Carlo Pedretti se pusieron a la cabeza de la búsqueda de los restos de la obra de Leonardo en Florencia. Pensaban que un historiador del arte y artista como Vasari, amante de la producción artística de los grandes maestros, no podría haber hecho desaparecer los frescos de su admirado Leonardo. Vasari ya había ocultado un fresco de la Trinidad de Masaccio en Santa Maria Novella tras un altar, respetando la obra maestra.
El fenómeno del libro de El código da Vinci de Dan Brown aceleró las ganas de encontrar un Leonardo. El entonces alcalde de Florencia, Matteo Renzi, encabezó esta búsqueda en 2012. Se introdujo una microsonda para observar la parte trasera de la Batalla de Vasari, un espacio de 2 centímetros entre la pintura y la pared. Y se encontraron algunos elementos que activaron la polémica entre la clase científica y los responsables de la investigación desde cuarenta años antes.
La microsonda de 2012 había visto un pigmento negro, que los leonardianos relacionaron inmediatamente con el “negro de la Gioconda”. Ante esta respuesta alocada, el equipo del Opificio delle Pietre Dure, el dream team de la restauración mundial, se desmarcó. Porque afirmaban que era un tipo de negro usado por otros maestros de la pintura moderna, como Giotto o Caravaggio. Y que lo que habían encontrado era más bien fragmentos de muro. Lo decían desde su experiencia en miles de intervenciones serias y contrastadas en restauración de pintura al fresco.
El fin del mito de la pintura al fresco de Leonardo da Vinci
La comunidad científica formada por restauradores e historiadores del arte comenzó entonces una investigación seria para aportar todos los recursos que diesen una respuesta definitiva. Esta semana se presentó el libro La Sala Grande di Palazzo Vecchio e la Battaglia di Anghiari di Leonardo da Vinci. Dalla configurazione architettonica all’apparato decorativo de la editorial Olschki y perteneciente a Biblioteca Leonardiana. Studi e Documenti, que recoge todos estos estudios multidisciplinares. Sus responsalbes son los expertos Roberta Barsanti, Gianluca Belli, Emanuela Ferretti y Cecilia Frosinini, que trabajaron desde 2014 hasta 2020.
Respecto a la documentación encontrada, durante la primera mitad del Cinquecento el Salone del Palazzo Vecchio fue transformado varias veces. Demoliciones y reconstrucciones que indican que ninguna obra anterior podría haber sobrevivido en la pared.
La documentación para el estudio de la obra de Leonardo
Otra de las conclusiones que aportan los documentos existentes entre Leonardo da Vinci y la Signoria de Florencia es relativa a los materiales. El genio multifacético sólo exigió material destinado al cartón preparatorio y al yeso mural. Leonardo quería conseguir un método innovador de la pintura mural, por lo que diseñó un “intonaco” original. Pero que no funcionó, tras los primeros experimentos. Ante la ausencia de material pictórico y la seguridad de que Leonardo sólo se dedicó a preparar la pared para su pintura al fresco, se concluye que la Batalla de Anghiari nunca llegó a pintarse sobre el muro.
Lo que sí sucedió fue la exposición del cartón de la Batalla de Anghiari de Leonardo da Vinci, que la ciudad de Florencia se ocupó de adquirir en su contrato. Se colocó en un marco de madera y los visitantes lo consideraron como los restos de una grandiosa obra del maestro vinciano, confundiendo así a los lectores de siglos posteriores. Esta pieza inspiraría a la Tavola Doria.
Por tanto, un grupo multidisciplinar de historiadores y restauradores ha ganado a los conspiranoicos de Leonardo. Es definitivo: La batalla de Anghiari nunca se llegó a pintar, al igual que la Batalla de Cascina de Miguel Ángel Buonarroti.